Por suerte no fue así. El día fue divino y nos permitió disfrutar un montón. Animales, miles y de todo tipo. Sofi y yo la pasamos bomba siempre arriba de los cochecitos o de alguno de nuestros papás.
Santi hacía de guía. Se acordaba perfecto el circuito porque hace unos meses habían ido. Y nos lo hizo recorrer de una manera impecable. Primero las suricatas, después los murciélagos, después el acuario, después los cocodrilos, y así una especie tras otra.
Lo que más me gustó fue el acuario: era lo más parecido a estar nadando adentro de mamá otra vez!! Todo oscuro y con mucha agua por doquier!! solamente que en este caso, me pasaban pececitos y tiburones por encima!! Y lo que más me impresionó, fueron los cocodrilos durmiendo al lado nuestro!!
Al mediodía, paramos a comer un rico asadito en el medio del Zoo. Sofi se llevó su vianda y yo, por supu, mi teta. Después de eso, Sofi se pegó un siestón (hasta que empujaron su cochecito y no le quedó otra que despertarse) y yo, cada tanto dormitaba un poquito.
Ah!! No debemos olvidar el tema fotográfico: FOTOS, FOTOS y MÁS FOTOS!!Después de recorrer un poco más, nuestros papás, Sofi y yo paramos a tomar un helado y unos cafés. Ya estaba promediando la tarde y obviamente, también era hora de mi teta. Así que los 6 teníamos con qué entretenernos. Sofi degustó feliz el helado de limón y helado de chocolate sin azúcar. Al final nunca entendí si le gustaba o no, porque parecía que no, pero terminó comiendo un montón a la manera de merienda.
Al lado de donde estabamos merendando había unos peces enoooormes, con unos colores naranjas, blancos y grises muy fuertes. Me encandilaron, debo admirtirlo. A Sofi también, no paraba de gritarles para llamarles la atención. Si les tirabas algo de comida (no cualquier cosa, sino unos cerealitos especiales que salían de una máquina) venían toooodos juntos a buscar algo de alimento (espero que les den algo de comer cuando los chiquitos nos vamos, porque me parece que estaban re muertos de hambre!).
Cuando la tarde iba cayendo, decidimos emprender la retirada. Claro que previo paso por el gift shop, Sofi y yo nos llevamos algún que otro souvenir. A ella le compraron un pato (cuac cuac, como le gusta decirles) y a mí un sapo títere con el que ya me estuve matando de risa.
Para finalizar el paseo, nada mejor que una foto en grupo que atestigue semejante evento diurno.Llegamos al estacionamiento y después de recordar dónde habíamos metido el auto (hacía un montón de horas que habíamos llegado así que estábamos medio perdidos), a mí me depositaron en mi huevito y a Sofi en su sillita.
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