Y sí, ayer sucumbí ante los efectos de esa jeringa maldita. Vaya que son malas las segundas partes. Esta vez, después de ese pinchazo molesto amanecí con fiebre y estuve todo el día inquieto. El martes 13 fue caótico. Mi amiga Sofi también tenía fiebre, así que Pau y mamá apenas pudieron trabajar. Después nos enteramos que era otitis. Pobre, estaba peor que yo. La cuestión es que mamá y Pau hicieron lo que pudieron pero finalmente, antes de las 7, pudieron terminar lo que tenían pendiente y dedicarse de lleno a nosotros. Igualmente, justo ahí llegó papá y ya más tranquilo, me puse a jugar con él. Pau y Sofi siguieron complicadas un rato más. De hecho, Sofi quedó en cuarentena, bah, no cuarentena exactamente pero sí unos días guardada para no contagiar ni contagiarse de otras pestes. Y yo estoy mejor, sigo algo molesto pero creo que no es nada que no se vaya con unos mimos... En fin... Se supone que ahora estoy protegido del Rotavirus y de la Meningitis, pero... quién me protege de las vacunas, eh?!?!?!
1 comentario:
Jajaja! Muy bueno! La verdad que fue un Martes 13 con todas las letras (y los números, ja), pero hay que bancársela! Son los gajes del oficio "madre-profesional"! ja! Besos!!
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