Perdón mamá, perdón papá, pero no more sesiones de fotos conmemorativas. La época del bonete ya fue, caducó cuando cumplí un año. El brujito de Halloween estuvo divino, a mis ocho meses le sentó fantástico. Pero ahora estoy para otras cosas.
Resulta que mis padres pretendían hacerme posar con unas orejas de conejo para conmemorar estas Pascuas. Sepan que me rebelé. Yo en Pascuas quiero conejos pero de chocolate, o huevos de Pascua... no orejas de conejo de Pascua, se entiende?
Lo bueno es que el destino me jugó una muy buena pasada. Sí. El miércoles en el jardín nos regalaron a todos huevitos de Pascua. Y esa tarde mamá encontró el mío abriendo mi mochi.
Ayer domingo también recibí conejitos de mazapán y galletitas ópera (sí, las obleas) que mi bisabuela me compró por si el chocolate me caía mal. Y las envolvió en un paquetito re monono con un moño pascual impecable. Gracias Ia porque me las voy a comer con todo mi cariño, igual te comento que yo ahora estoy para el chocolate. Exacto. Chocolate. Ese mito que mis padres hicieron correr durante tanto tiempo prescribió: ya como de todo. Pero no te preocupes, la próxima me comprás un kinder. Porque yo ahora estoy para el chocolate. Padres, no me vengan con sesiones de fotos con orejas de conejos de Pascua. Eso ya fue.
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