martes, 18 de noviembre de 2008

Programa Japonés

El sábado pasado (ese en el que la térmica superó los 40º), mamá y papá con su fobia a quedarse en casa quisieron salir. Mamadera de agua en mano, me llevaron a conocer el Jardín Japonés. La verdad que es muy bonito, pero me quedaron algunos interrogantes. A saber:

1) Por qué había tanta gente? Yo pensé que hacernos al spiedo bajo el sol porteño era cuestión de familia, pero veo que mamá y papá no fueron muy originales.

2) Por qué me hicieron posar en un cartón con un agujero en la cara? No lo entendí, pero igual me divertí.


3) Por qué mamá y papá se quejaban de la sed que tenían si había agua por todos lados?



4) Por qué los japoneses tienen los ojos estirados? Pueden ver igual con esas ranuritas?

5) Por qué para entrar sacamos número e hicimos cola? (no son dos procesos con el mismo fin?)

6) Los bonsai... son de verdad? Le puedo pedir uno a Papá Noel?





7) Si los turistas (que había un montón) son los que tienen la cámara colgada todo el tiempo, mamá es una turista?

8) Cómo es el concepto "en la carpa al aire libre"? O estamos dentro de la carpa, o estamos al aire libre, no era así? Los bonsai que estaban "dentro" de la carpa tampoco entendieron...


9) Por qué me ponen un gorro para el calor? No ven que me da más calor?



10) Por qué está lleno de puentes arqueados que suben y bajan? En línea recta no se llega al mismo punto?



La verdad, me gustó. A pesar de no entender algunas de estas cosas, me gustó. Fue un paseo diferente. Como siempre, encanté a todos los que me miraban con mi sonrisa compradora: argentinos, japoneses y habitantes del resto del mundo. Y llegué a una conclusión con la mayor de las modestias. Ahora que conozco otra cultura a parte de la nuestra, sé que hay cosas que se entienden igual en todos lados: mi sonrisa es una de ellas.

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